Nunca he entendido como logra el equilibrio el malabarista que jamás se cae, como nunca he entendido como maneja su soledad y la paz el monje. Son de esas cosas que la vida te enseña a golpes, a tristezas y también con los triunfos, que no aprendemos en el momento que mas queremos sino cuando la vida lo decide. Sufres, reniegas, sonríes y no le das importancia a lo que marca cada momento, prefieres aislarte en esa jaula de tristezas y lamentos en la que cumples tu encierro voluntario, ese encierro al que no permites visitas ni cigarros de nadie, te encuentras envuelto en tu propio yo, enredado en esas palabras que nunca dijiste y que hoy no dejan caminar, como si fuera necesario activar un antivirus para eliminar toda esa basura en tu cabeza, porque la vida no avanza y hoy te encuentras cerrado por reparación tratando de encontrar esas piezas necesarias para poder caminar de nuevo, en esas tardes que tratas de no dejar vacías y con la esperanza de que la vida te el status de trabajo urgente.
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